ASHTANGA ES UNA PRÁCTICA QUE TE ACOMPAÑA EN TODOS LOS PROCESOS DE LA VIDA

Por Loreto Cortés, Chile. Cuando pienso la práctica de Ashtanga y lo que me gusta transmitir de ella, creo que es fundamental entender que no hacemos sólo posturas y técnicas que nos mantienen sanos y fuertes, sino que es una práctica que te puede acompañar en los procesos de la vida. Desde la primera vez que practiqué Ashtanga sentí que iba a ser para toda mi vida. Fue en el año 1998 y estaba dedicada a mi carrera de actriz y a actuar en teatro. Rápidamente me dio estabilidad, calmó mi mente y empecé a experimentar una sensación de felicidad y plenitud. Al cabo de dos años fui a Mysore y la conexión que tuve con Pattabhi Jois y Sharath fue tan potente que corroboré que seguiría en este camino. Y así ha sido hasta ahora y ya con 6 viajes a Mysore. Actuar me apasionaba y al mismo tiempo quería seguir apostando por mi carrera de actriz. Sin embargo las puertas del camino del Ashtanga se abrieron al punto que sin quererlo me transformé en profesora. Y desde entonces que mi práctica y la enseñanza son parte fundamental en mi vida. Mi práctica ha ido variando según los momentos de la vida. Cuando estaba recién comenzando o cuando estaba dedicada sólo a practicar, enseñar e ir a Mysore y luego durante el embarazo a soltar, cambiar, modificar o simplemente en etapas de dolor, molestias o enfermedades. Cuando practicamos se van limpiando los obstáculos de nuestra propia existencia para que podamos ser quienes realmente somos y saber a qué estamos llamados en esta vida. Por eso en la práctica estamos llamados a estar conscientes, atentos y comprometidos con nuestro camino. En otra etapa de mi vida, mientras estuve embarazada pude vivir la práctica como una de las experiencias más lindas de mi vida. Tuve la suerte de tener un embarazo sano y normal que me permitió practicar hasta dar a luz. Los primeros tres meses dejé de practicar tal cual lo indicaba Guruji. Me hacía mucho sentido centrar toda mi energía en mi bebé pequeñito creciendo y desarrollándose. No me costó dejar la práctica de asanas esos meses. Me había costado mucho embarazarme y sentía que mi práctica en este momento era por sobretodo estar consciente de ese hecho y cuidar a mi hija y a mí misma. Al retomar, al tercer mes, se hizo tan evidente cuidarme e ir lentamente retomando posturas hasta un punto del embarazo en que comencé a hacer cada vez menos posturas. Modificar la práctica era la mejor forma de practicar en ese momento. Sin embargo una vez en este estado las prioridades siempre cambian y eso en lo personal me hizo darme cuenta una vez más, que la práctica es más allá de poder hacer posturas, sino de estar consciente, de estar presente y de disfrutar también de esa conciencia. Al nacer mi hija, la práctica me enseñó una vez más a desapegarme. En la lactancia entender que lo más importante era estar para mi hija. Actualmente ya no practico seis días a la semana porque mi prioridad es estar esos días es la vida familiar. Esa conciencia ha sido fundamental a la hora de enseñar y trabajar con mis alumnos: poder conectarme con las necesidades de cada uno y el momento en el que esté cada alumno, con sus condiciones físicas, mentales y emocionales. La práctica se va transformando con las distintas etapas de la vida. Y eso es algo que nuestro Gurú sabe y nos inculca. Cuando comencé tenía 27 años, este año cumplo 45 y siento que durante estos años he ido lentamente aprendiendo una lección tan simple y tan difícil, escucharme y entenderme para poder vivir una vida más feliz. Ahora estoy sintiendo que vuelvo a encontrarme con partes de práctica que había perdido u olvidado pero que siempre estuvieron en mi. Sé que tarde o temprano también este estado se va a modificar, no sé por cuánto tiempo, pero sin duda no será igual a cuando comencé y era más joven. Seguiré creciendo y envejeciendo con ella y cambiando. Espero poder seguir enseñando por mucho tiempo más. Y también poder volver pronto a Mysore a seguir inspirando mi camino de yoga.